Todo empezó cuando estaba escribiendo un artículo sobre Luis Roldán, llamado «Todo por la patria, si es poco». Mi madre -¿qué extraño interés tenía en que no concluyera el artículo?, ¿sería una espía del Ministerio de Interior?, y… ¿por qué me llamó paranoico?-, me avisó de sus intenciones de cortarme el suministro de alimentos si no encontraba trabajo pronto» y, encima, me llamó «parásito» -cosa que me alegró hasta que lo busqué en el diccionario.
Con mi honor dañado decidí presentarme en una sucursal bancaria cercana a mi casa. Entré y, después de esquivar la cola de los que iban a cobrar, indagué sobre el paradero del Jefe de Personal. Me indicaron que estaba en su despacho. Entré y saludé cortésmente.
-Buenos días. Vengo por lo del anuncio ese de «Director Financiero». Soy Juan Bta Benlloch.
Un individuo de aspecto deplorable se levantó de un butacón de cuero y se dirigió a mí. Estornudó y se cubrió la cara con las manos. Finalmente me estrechó con viveza la mano y me pidió que me sentara. Obedecí mientras me limpiaba la palma derecha con un pañuelo de papel para eliminar las mucosidades del sujeto.
-Verás, chaval -dijo-, debo hacerte unas cuantas preguntas para ver si eres apto. Veamos… ¿Nombre?… ¡ah, sí!, Juan. ¿Con «jota», verdad?.
Entendí que mi nombre era poco corriente y le indiqué la respuesta.
-¿Edad?, veinti pocos, ¿verdad? Ve-in-ti-po-cos. ¿Profesión?… va por dentro, ¿no? -inquirió dejándome más rayado que la libreta de un subnormal-. A) ¿Sabes conducir un coche? B) ¿De qué marca? y C) ¿Por dónde?
-Sí, cualquiera, por donde sea -fanfarroneé.
-O sea, eres políglota. ¡Vaya palabras que manejo!, ¿eh, colega? Bien, sigamos. ¿Sexo?
-Hombre, así en frío… Nos acabamos de conocer y yo, aunque respeto el rollo homosexual, no siento una especial atracción por los hombres -expliqué.
-Bueno. Dame tu expidiente cadémico u curriculán vitade que decimos los entendidos.
Se lo di pensando que se echaría a reír al verlo. Pero no; el efecto fue el contrario.
-¡Cinco Notables, ni más ni menos! ¡Qué máquina! Tú debes ser capaz de acertar una palabra monosílaba conociendo las consonantes y alguna vocal. El puesto te lo llevas seguro -dijo con franqueza.
Yo alucinaba. ¿Tan buenas eran mis notas? ¿Tan malas eran las de los demás solicitantes? Y, sobretodo, ¿cómo podría adivinar una palabra monosílaba sin saber si es aguda, llana o esdrújula?
-Juan, pensándolo bien el puesto es tuyo. Mañana empiezas a las ocho. No llegues tarde -me avisó.
La puerta se abrió. Una mujer entrada en carnes penetró al despacho y empezó a gritar furibunda.
-¡Jasinto!, ¿se puede sabé que hases en este cuarto? ¡Sal inmediatamente antes de que te detengan! Voy a desírselo ar doctó para que tensierren un año má.
Dos tipos vestidos de blanco se llevaron al supuesto Jefe de Personal. Poco después apareció el auténtico. Vestía de forma impecable. Le di la mano y se limpió la suya con una toallita de papel con colonia. Le expliqué el motivo de mi visita, y me pidió el expediente académico. Una sonrisa se dibujó en su cara antes de explotar en carcajadas a medida que veía mis notas.
-Es que me heacordado de un chiste -me dijo para disimular-. No tienes aptitudes para el puesto, pero no está todo perdido -añadió mientras me daba un folleto.
Lo cogí y leí el encabezamiento («El campo necesita brazos como los tuyos»). Tenía ante mí todos los requisitos para entrar en el gremio agrícola. Era aconsejable un título superior. Ni siquiera mi Diplomatura me servía. Me arrepentí de no haberme decidido en su día por Filología Coreana (la carrera del futuro).
Salí del banco desesperado y ante el rojizo cielo de la tarde alcé mis brazos y grité: «A Dios pongo por testigo que jamás buscaré trabajo» -una frase parecida dijo Scarlett O’Hara en «Tarzán en New York», me parece-. Mi madre oyó el juramento y no debió tomárselo muy bien, pues me echó de casa.
Actualmente trabajo en la cadena de montaje de la Ford. Estoy en la sección de neumáticos y mi cometido es hinchar ruedas con un abanico y un embudo. Sé que es una tarea aburrida, pero me siento realizado y, además, colma todas mis aspiraciones y expectativas.