Capítulo 10


Un nuevo sol parte el cielo con sus luminosos rayos. Los gallos cantan, los pies sudados también. Los demoníacos despertadores se parten en ruidos irritantes mientras que sus amos tantean, martillo en mano, la mesita para hacerlos callarTodo esto nos lleva a una profunda, meditada y estudiada conclusión… es de día. El mundo exterior vuelve a resurgir al regresar el sol. Los noctámbulos se piltran al tiempo que la gente corriente se levanta para ir al trabajo (o a buscarlo), a clase, al bareto, o, en el caso de una minoría selecta, a una tienda de libros prestigiosa a comprar esto que lees.

Rúper y Paco también se levantan. Con una suave patada consiguen encender la radio. Mientras se visten buscan tiempo en la desordenada habitación para oír el boletín informativo.

«…el presidente también destacó que la situación económica no era tan preocupante. A modo de ejemplo declaró que nunca había estado una familia tan humilde como la mía tan bien como ahora. Y sigamos con el tiempo…

Se prevén fuertes nevadas en las Canarias y Manises. Habrán intervalos abiertos nubosos entre el oeste de Valencia y el este de Portugal. Y si planea visitar la EXPO antes de que arda por el calor, está de suerte, ya que hoy en Sevilla las temperaturas difícilmente sobrepasarán los setenta grados a la sombra…».

-¡Vaya!, hoy lloverá y yo con estos pelos… Bueno, Paco, este caso me está tocando las pelotas. Desde que lo aceptamos no tenemos tiempo para nada más. O sea que, o lo resolvemos pronto o voy al inspector ese y le digo que paso de este rollo aunque tenga que comerme un buen ful con Hacienda.

—Tranquilo, Rúper. Tengo la corazonada de que hoy ataremos todos los cabos.

En ese fugaz instante sonó el teléfono. Rúper lo asió y habló de este modo.

—¿¿Diga??

-¿¿Rúper?? Soy yo, Paul Vete.

-¿Y qué quieres?

-Tengo información importante sobre el caso.

-Dime todo lo que sepas.

-Por teléfono ni hablar. Me costaría un güevo y parte del otro. Además, por seguridad es mejor que nos veamos en persona. Toy en Amadeo de Saboya cruce con General Mola, al lado de la Plaza de la Reina. Adiós.

Paul colgó. Rúper también. El caso estaba casi resuelto. Sólo faltaba oír lo que Paul pudiera contar y detener al asesino. Paco al enterarse de las buenas nuevas sonrió pensando en las vacaciones sexuales que tenía pensado disfrutar en Cuba la semana siguiente. Y quien sabe si por contar sus vivencias punkies en su revista podrían aspirar al «pullitzer»

Con este aliciente salieron de su piso y portaron sus culos hasta una calle desconocida para ellos.

-Espera, Paco. Preguntando se llega a Roma. Voy a preguntarle a ese noble anciano que viene por allí -indicó Rúper señalando a un individuo decrépito que estaba atándole un petardo a un gato en la cola.

-Por favor, distinguido anciano, ¿la calle Saboya?

-Hombre, si pisa fuerte…

-No quiero decir eso. Quiero decir si voy bien para ir a la calle Saboya.

-Hombre, yo voy con traje, usted vaya como quiera.

Rúper infundió una mirada de odio sobre el vejete chistoso que casi le provocó un infarto a éste. Paco, al ver el ridículo que había hecho su amigo, decidió tomar postales en el asunto.

-Ya verás, compañero. Todo es cuestión de tacto y de preguntar por una calle que no se preste al chiste fácil. Mira, le voy a preguntar a ese soldado que viene por ahí. Observa.

Paco llamó al soldado.

-Por favor, joven, ¿General Mola?

-Claro que mola, pero Capitán General mola más -respondió el pollo con frescura.

-No me refiero a eso, sino a la calle General Mola.

-¡Ah, güeno! La primera que viene a la izquierda.

-Pues si viene la esperamos aquí -bramaron Rúper y Paco a la vez satisfechos de ser ellos los que habían hecho el chiste esta vez.

Minutos después llegaron al lugar de la cita con Paul. El escenario no hacía presagiar nada bueno. Dos ambulancias, tres coches de la bofia y un camión de bomberos le daban al lugar un aspecto trágico.

El inspector Nillo estaba junto a otros polis al lado de un cadáver. Un explorador indio buscaba huellas del presunto asesino. Paco y Rúper hablaron un momento con el cabo Igor Dinflas y éste les dejo acercarse al lugar de los hechos.

-Inspector, mire quién está aquí -indicó el sargento Almendralejo.

-¿Fe fuede faber que hafen aquí? -preguntó el oficial fijándose la dentadura postiza.

-Teníamos una cita con alguien que nos iba a dar nombres y pistas claves para resolver el caso. Desgraciadamente habrá visto todo este follón y se habrá ido -explicó Paco.

-Es esta su fuente de información -preguntó Igor Dinflas destapando el cadáver.

Los periodistas miraron al suelo. Los pies no les sonaban. El ombligo tampoco. Subieron la mirada hasta la cara. Sí les sonaba.

-En efecto, es él. Paul Vete se llamaba -reconocieron a la vez.

-Sabemos quien es. Este dividuo tenía un historial má largo que «Lo que er viento se llevo» a cámara lenta -aclaró el inspector.

-¿De qué murió? ¿Lo saben ya? -pregunté.

-Según el Doctor Quemada, de una parada cardíaca que puede haber sido causada por el vaso de cicuta que le han echo beberse. Lo hemos detectado por el olor de su ropa, lo cual refleja que hubo lucha y perdió. De todas formas el asesino es un individuo tremendamente listo. Le ha dejado un tirachinas en la mano para que pareciese un suicidio -explicó el sargento.

-Tal vez la muerte se haya debido al machete que tiene hundido en la espalda -indicó Paco señalando al exánime.

El forense vio la duda planear sobre su dictamen y decidió aclarar todo con sus sabias y doctas palabras.

-Mire, cabroncete…

-Paco, si no le importa.

-Pues mire, Julio, cuando ese cuchillo entró en el cuerpo de este infeliz, ya estaba muerto. Por lo tanto, alguien lo envenenó y después otro le clavó el machete creyendo que aún estaba vivo. Por último, alguien penso que el muerto estaba durmiendo, no vio el cuchillo ni olió la cicuta, y le metió una sobredosis de heroína lo suficientemente adulterada como para provocar la extinción del elefante africano, que como usted sabe es el más grande.

-¿Y el balazo de la frente? -inquirió Rúper.

-Se nos había pasado por alto -aclaró el forense-. Alguien no vio el machete, ni olió la cicuta, ni la jeringuilla y le pegó un tiro en la frente pensando que estaba dormido. Después cubrió el balazo con arena y piedrecitas y le colocó el tirachinas en la mano para inducirnos al error, pero no lo ha conseguido.

-Y esperen que llegue el mayordomo con el algodón que no engaña para recoger huellas. Creo que con la autopsia, el informe de las huellas y el de balística, el caso estará casi resuelto en unas horas -reconoció un agente de incógnito disfrazado de árbol de Navidad.

Después de tomar las últimas notas, hacer un examen oral de latín y leer media guía erótica para niños de Gloria Fuertes (el libro se llama «El sexo… ¿qué es eso?»), se llevaron el cadáver al laboratorio. Mientras tanto Paco hablaba con el inspector para comprobar contrastar varias informaciones que le habían llegado al oído de forma casual.

-Diez minutos antes del asesinato usted desapareció. Estaba con los compañeros a cien metros de aquí almorzando en un bar. Se levantó de la mesa y dijo que iba a hacer de vientre. Media hora después volvió a la mesa. Además, asegura que le han robado su pistola, la cual estoy seguro que es del mismo calibre que la bala que tiene Paul en la sesera -aseveró Rúper convencido.

-Mire uted, señó Rupe. Cuando iba ar baño me encontré con un dividuo que mandé a la cárcel hase años y estuvimo hablando un rato. Eso e todo. Yo no he matao a este dividuo. Y en cuanto a la pistola, su desaparisión está justificada. La perdí ayé jugando ar póker. Tenía unas cartas increíbles po lo que la aposté, ya que no me quedaba ni un duro. Y po favó, no lo comente con nadie. Si arguno de Asuntos Internos senterase desto se me caería er pelo -susurró.

-El póker acabará con usted. Sé que estuvo a punto de quedarse manco al perder una mano en una partida famosísima hace diez años.

-Así e. Tenía que habedlo visto. En la mesa habían má de catorse millone de peseta apostados. Yo intenté marcadme un farol con una pareja de «Jotas», pero Mateo Falar, el conosido gángster, tenía un repoke dases -recordó Víctor Nillo poniéndose triste.

La prensa rodeó el lugar y comenzó la tormenta de flashes. Después de posar para varios periódicos, haciendo muecas y gestos graciosos, y firmar algunos autógrafos, los periodistas y la bofia volvieron a comisaría. Un par de horas más tarde…

-Inspector, ya han llegado los informes secretos que estaba esperando. Le aconsejo que se los lea, pues son realmente interesantes -reconoció un hombre vestido de espía.

-Grasias, caballero. Veamo lo que disen. ¡Lo sabía! Er machete e idéntico ar que le clavaron a Hassam. La heroína estaba adulterada con yeso, talco, gravilla y pimienta negra. La bala es der calibre de mi pistola, pura casualidá. Y, po úrtimo, el tiraxinas pertenese a una serie espesiá fabricada bajo pedido que se vendía en farmasias a gente con poblemas para tragadse las pastillas. Pero, ¡ojo ar dato!, linforme perisial demuestra que er tiraxinas no ha sío disparado.

-Pues si esa bala no es de su pistola, nos enfrentamos a un policía asesino. Creo que debería consultar el archivo de agentes corruptos que tiene en la caja fuerte. Tal vez encuentre allí algún indicio -recomendó el espía.

-Grasias de nuevo, caballero -dijo el inspector situándose frente a la caja fuerte. Parecía que iba abrirla pero lo pensó mejor-. No nesesariamente tiene que sé er asesino un polisía. Durante la redada der 3 CABRONES desaparesieron má de veinte arma reglamentaría, entre las que sincluía onse pistolas, do escopeta, un trabuco y varias porras de repetisión.

-A mi lo que me intriga es saber cómo se pudo enterar el asesino de que Paul iba a cantar -reconoció Paco.

-Todos los sospechosos tenían medios para enterarse. Chusti vivía en su mismo apartamento y según tengo entendido Paul soñaba en voz alta cuando estaba dormido. Dolores Despalda, trabaja de telefonista y pudo pinchar el teléfono. Armando Jaleo se pudo enterar por Dolores, ya que están saliendo juntos desde hace un mes y medio -explicó Rúper.

-Y no olvide -dijo el espía-, que Jacobo Nito del Norte era un íntimo de Paul. Además, Petra Fikante acababa de romper con Paul. Tal vez éste decidió en venganza por dejarle, contar todo lo que sabía y mandar a su «ex» al talego.

Harto de oír tonterías que yo, como autor que soy, había imaginado, decidí intervenir.

-No olvidaros de Sebas Tardo, que se entera de todo, ni de Cristina Almeida, que cuenta con el respaldo de miles de votantes. Cualquiera le podía haber avisado de las intenciones de Paul. Y no olvidéis a otros como, por ejemplo, Aníbal Neario, el cual lee el «Hola» y el «Lecturas»…

-¿Y qué?

-Pues que se entera de todos los chismes -le aclaré al espía.

-Ya quedan menos sospechosos. ¿Qué me dicen de Felipe González? -pregunté.

-Ya lo he tachado -me aclaró Rúper-. Está en una convención en Dinamarca.

-¿Y Agustín Toretto? Creo que a ese niño mimado le gusta jugar con fuego. Además, tengo entendido que se peleó con Paul Vete por una danesa en Benidorm -informó el espía.

-Ér no ha sío. Se despeñó po un barranco de sien metros ayé en su descapotable cuando vorvía de Milán de comprarse unos sapatos. Er coche cayó de costao contra er suelo y ér salió despedío hasia er río que transcurría apasiblemente po ahí. Despué de salí der agua le pegó una patá de rabia a una parmera y le cayó un coco en el ídem y le mató -explicó el inspector.

-Pues si descartamos a Felipe González, a Agustín Toretto y…

-Y a la Almeida. Anoche apareció en un programa de rock presentado por Jesús Hermida y hoy ha visitado a un pariente enfermo que tiene en esta bella ciudad. El día del asesinato de Hassam también se encontraba aquí. ¿Es casualidad? -preguntó retóricamente Paco.

-Pues sí. Acaba de salir en la CNN con su pariente enfermo -informó el sargento Almendralejo que había entrado para buscar una mina táctil.

-Bien, esto reduse la lista de sospechosos. Sin duda estamo ante un único sesino u varios. ¿Estamo dacuerdo, no? Luego er que mató a Hassam mató a Pol Vete. O arguien que intentaba proteger ar verdadero sesino se encargó der punk -resumió Víctor Nillo con una clarividencia impresionante.

Tras esta provechosa reunión se despidieron para volver a la Plaza Patera. Nada más llegar a la misma les recibió Aníbal Neario. El punk parecía estar triste.

-Aníbal, ¿sabes que han matado a Paul Vete con veneno? -le preguntó e informó de paso Paco.

-¿Con veneno? ¿Creía que había sío con un chute?

-¿Quién te ha dicho eso?

-Petra Fikante. Lo ha oído en la radio. Mírala, ahí está -indicó Aníbal señalándola.

-Rúper y Paco se despidieron y fueron al encuentro de la sospechosa, la cual estaba sentada en un banco leyendo «La Gaceta de los Negocios». La camella, con los ojos húmedos, les indicó que se sentarán de una puñetera vez.

-Sabes lo de…

-¿Lo de Paul?, sí, lo sé. Teníamos una buena relación hasta que me pilló enrollándome con Jacobo Nito del Norte. Desde entonces, él cambió radicalmente. Se volvió agresivo, desconfiado e inseguro. Me amenazó, a mi, su novia, con contarle a la poli que yo me cargué al Hassam. Y claro, con todos mis antecedentes me hubieran enchiquerado en seguida -explicó.

-¿Y a Jacobo Nito no le dijo nada? -preguntó Rúper.

-Le dijo que, cuando pudiera, le mataría, pero nada más.

-Por lo tanto, tú mataste a Hassam y Paul se quería chivar y tú… -dedujo Paco con reticencia.

-¿Tú eres idiota o eres idiota? Yo le metí una sobredosis a Paul, pero suave, pero al otro no me lo cargué. ¿Te crees que soy una asesina, o qué?

-No, mujer, ¡cómo iba a pensar yo eso?

Minutos después, la noticia del asesinato iba de boca n boca y tiro porque me las tocas. Los dos periodistas pretendían descubrir quién más había intentado cargarse a Paul Vete, ya que, seguramente, también se había cepillado al moro.

Entre el trinar de los pájaros, el rebuznar de los pollinos y el cantar del Mío Cid sonaron unos disparos que provenían de un callejón oscuro, del cual salió Armando Jaleo con una pistola automática como las de la pasma.

-La he pisado sin querer. Estaba tirada en el suelo.

Era evidente que se trataba de la misma arma que había escupido la bala que atravesó la frente de Paul siete horas antes. Esto se supo por el Telediario Octava Edición. En este programa se informó sobre la detención de Armando con el arma y la posterior puesta en libertad del skin, ya que, según el forense, cuando le disparó a Paul, éste ya estaba muerto. A punto de concluir el informativo se dio a conocer la noticia de que Petra Fikante se había entregado contarreembolso en la comisaría del inspector Nillo. Lógicamente también fue puesta en libertad al no ser ella la causante de la muerte de su novio. A fin de cuentas ella sólo le había metido una sobredosis a un cadáver. Estas noticias sorprendieron a todos menos a mi -no olvidemos que soy el autor-. Lo que sí me dejó flipado fue el descubrimiento de la verdadera identidad del asesino de Paul, es decir, del que le envenenó con cicuta.

Al parecer, Paul almorzó en el local de su amigo Germán Guta, el Bar Barie. Éste último individuo tenía un grave problema con los roedores en su negocio. Así pues, compró cicuta para meterles una porción de «El Caserío» rellena de veneno y metió el líquido letal que le sobró en una botella de anís, la cual dejó en el mostrador mientras iba a sacarle una servilleta a Paul. El punk, aprovechando la asusencia momentánea de Germán, se metió dos buenos lingotazos letales y se marchó haciendo un «sinpa» al lugar en el que había quedado con Paco y Rúper. En resumen, Paul se suicidó involuntariamente. No obstante, alguien que no sabía que estaba muerto se lo cargó de nuevo de un machetazo y este «alguien» era, indudablemente, el asesino de Hassam Tander.

Y bueno, aquí acaba este fascinante capítulo ya que mi materia gris está descendiendo peligrosamente.

Otro capítulo más. Otra hora más de lectura o,
lo que es lo mismo, casi sesenta minutos de auténtico disfrute intelectual.
Pero ten cuidado, amigo, ya que desde que te has obsesionado con este
Clásico de la Literatura Basura de Consumo
te estás volviendo demasiado solitario y eso no es bueno.
No quisiera que mis escasos lectores, cifrados en varios millones,
fueran perseguidos por envidiosos inquisidores de este tipo de obras que,
poco o nada, le tienen que envidiar a «El Quijote».

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s